domingo, 21 de abril de 2013

¿Qué es el Sistema de la Zona?


El sistema de la Zona fue desarrollado hace más de 15 años por el Dr. Barry Sears, Médico Bioquímico del Instituto Tecnológico de Massachusetts, en Estados Unidos. Básicamente, en ese momento se trataba de un programa alimenticio dirigido hacia los pacientes diabéticos, para ayudarlos a llevar una alimentación sana y que a su vez estabilizara los niveles de Insulina. 

Este sistema actualmente se dirige hacia la población en general porque se ha visto que mejora la calidad de vida, revierte el envejecimiento y la inflamación celular, además utiliza las grasas del cuerpo como fuente de energía -permitiendo "moldear" nuestro cuerpo hacia una figura más sana- y sobre todo, mantiene los niveles de Insulina en una "zona" intermedia, previniendo de este modo enfermedades como la Diabetes.


La Zona Considera a la comida como si se tratara de un medicamento, donde se balancean carbohidratos (40%), proteínas (30%) y grasas (30%), junto con la suplementación de ácidos grasos Omega3 de cadena larga provenientes del aceite de pescado Ultra refinado.


La Zona NO es una dieta, es una método de alimentación sana y balanceada, que eliminará la grasa excedente de tu cuerpo y mientras tu figura se transforma totalmente, tu nivel de eficiencia cardiovascular y metabólica se incrementará llevándote a tener una vida sana.

Las dietas en cambio son transitorias, una vez logrado el objetivo, regresas a tu manera desordenada de comer y entonces viene el "rebote" cuando subes el doble de peso de lo que perdiste anteriormente. Ese famoso "rebote" no es otra cosa que la consecuencia de malos hábitos alimenticios.

Hablemos un poco de la Insulina y el Glucagon, porque son esenciales para comprender cómo funciona la alimentación en la Zona.

¿Qué es la Insulina y para qué sirve?


La Insulina,es una de las hormonas más importantes que participan en el proceso alimenticio. La Insulina tiene la misión de lograr "que NO haya azúcar en la sangre" así que su estímulo más fuerte será la hiperglicemia. (Exceso de azúcar en la sangre).

Cuando el cuerpo recibe una gran cantidad de azúcar en forma de alimento, esta pasará rápidamente al torrente sanguíneo, despertando la acción del páncreas, quien a su vez liberará una gran cantidad de Insulina para "que NO haya azúcar en la sangre"  El azúcar rápidamente se metabolizará, y se almacenará en el cuerpo como grasa, pero la Insulina liberada es tanta que producirá un efecto de "hipoglicemia", es decir, dejará al cuerpo con muy poca reserva de azúcar en sangre. 

Esta hipoglicemia, despertará "antojos" de comer azúcares (carbohidratos como pan, dulces, galletas o una rebanada de pastel...) para tratar de estabilizar los niveles sanguíneos. Si caemos en estos "antojos", el exceso de azúcares refinados elevará de nuevo los niveles de Insulina y así seguirá el círculo vicioso...

Lo contrario sucede con el Glucagon.

La misión del Glucagon, es completamente opuesta a la de la Insulina. 
Su objetivo es "que SI haya azúcar en la sangre". 
Cuando hay una hipoglicemia (resultado de un ayuno prolongado, por ejemplo), se libera esta hormona para obtener azúcar de cualquier reserva posible en nuestro cuerpo. 
Primero utilizará las reservas de grasa en el hígado, después obtendrá azúcar de los propios músculos y así, irá "erosionando" cada parte del cuerpo con el fin de obtener azúcar y preservar la función cerebral -que es la prioridad del organismo.


La Insulina y el Glucagon no son los villanos del cuento. 
El abuso de los carbohidratos sí lo es.




El equilibrio resulta cuando la Insulina está en La Zona.



Al alimentarnos basándonos en la reglas de La Zona, encontraremos un equilibrio entre la Insulina y el Glucagon, que nos llevará a tener saciedad tras cada alimento, SIN presentar antojos entre comidas, SIN tener hambre entre comidas.

Todo esto es posible si seguimos algunas reglas básicas que veremos en el siguiente capítulo del blog...








sábado, 13 de abril de 2013

Macro y Micro Nutrientes

   No hará daño recordar rápidamente las categorías en las que clasificamos a los nutrientes.
Macronutrientes

     Los Macronutrientes, básicamentes son los que nos brindan energía. Se dividen en tres grupos: Carbohidratos, Proteínas y Grasas.
  • Carbohidratos: son azúcares. Los hay simples y complejos. Pero para fines prácticos, digamos que los hay "sanos" y "nocivos" para la salud. Los "Sanos" están contenidos en algunas Frutas y Vegetales. Los "Nocivos" son el azúcar refinada, pan, pastas, arroz blanco...hay que tener cuidado con su consumo. Más adelante, veremos por qué.
  • Proteínas: la mayoría son de origen animal, aunque también las hay de origen vegetal. Los que se derivan de los animales son carne, huevo, pescado...Y los origen vegetal están por ejemplo, en el tofu y la soya.
  • Grasas: principalmente hay tres tipos de grasas. Las Monosaturadas, Poliinsaturadas y grasas Trans. De ellas, las Trans son las más nocivas para nuestra salud, pues han sido elaboradas químicamente uniendo las propiedades de grasas sólidas y líquidas, especialmente para elaborar galletas, harinas para pasteles, panecillos, etc. La grasa es esencial para tener una alimentación sana, pero hay que saber elegir qué grasa metemos a nuestro cuerpo. Una grasa muy deseable para incluir en nuestra alimentación podemos encontrarla en el aguacate, nueces, almendras y cacahuates. 












Micronutrientes


Son las vitaminas y minerales, son necesarios para mantener nuestra salud, pero el cuerpo no obtiene energía de ellos -a diferencia de los Macronutrientes.

 

    Los minerales, también son llamados Oligoelementos. Los esenciales son el Potasio, Cloro, Sodio, Magnesio, Fósforo y Zinc. Son básicos para que se lleven a cabo las diversas funciones celulares de nuestro cuerpo, y están contenidos en casi todos los alimentos.










Presentaciones y Amor por la comida




Presentaciones


    Bueno, esta imagen me dio muchísima risa, porque es relativamente real. 
    Pero primero, la presentación:
   Me llamo Silvana, soy Cirujano Oftalmólogo 60% del tiempo, el 40% restante lo dedico a mi familia, a escribir historias cortas o novelas de ficción, a tocar la guitarra o la batería, tejer o dibujar o pintar en técnica goache -que cada vez lo he hecho menos por cuestiones de tiempo- y también COCINAR.

Amo la comida. 

  Me gusta mucho combinar los alimentos y crear recetas nuevas, prácticas y saludables. Aunque anteriormente no era así, mi amor por la comida no era muy ordenado que digamos; era un amor con límites muy débiles, pues los sabores dulces y salados siempre han sido mi talón de Aquiles. Basta decir con que no había horarios para comer, comía entre comidas, y ocasionalmente acudía a la comida rápida -porque era más práctico y no había tiempo de cocinar, me decía.
   Hace unos 9 meses también fumaba. Inicié a fumar durante la residencia -el tiempo en el que hacemos la especialidad- y de ello hace ya unos seis años. Lo más que llegué a fumar por día era unos 8 cigarrillos (mentolados pero muy Light, ¡jaja!) pero sin decir de cuando había eventos o reuniones con los amigos, ahí podía llegar a terminar con una cajetilla (que para quienes no lo saben, contiene 20 cigarrillos) -ah, y todo ello lo hacía, a sabiendas de que mis pulmones sufrirían las consecuencias, además teniendo antecedentes de Asma bronquial -bonita cosa, cierto.
   "¿Pero si eres médico, porqué hacías todas esas cosas?" Cuántas veces he escuchado esa pregunta. Y no solo la he escuchado, sino que la he formulado a muchos de mis colegas  y compañeros de trabajo. Porque, en teoría los médicos sabemos -mejor que muchos- lo malo que es para la salud fumar, consumir bebidas alcohólicas, comer comida chatarra, comer en exceso... Y sin embargo, lo hacemos.
    Y esto me lleva a preguntar, ¿porqué las personas en general, hacemos cosas que son dañinas para nuestra salud? ¿Alguna vez has comido tanto que tienes dolor de estómago -gastritis o colitis- (dispepsia), pero de cualquier modo te comes ese último botecito de chamoy, porque "sabe muy bueno"? Para quienes fuman, ¿te ha pasado que después de una fiesta o salidita al antro, te fumaste tantos cigarrillos, que amaneces con la típica "cruda del cigarro"' (olor a nicotina impregnado en tu cabello y tu piel, el sabor amargo del alquitrán anclado a las papilas gustativas de tu lengua y en tus encías? Te dices a tí mismo, "Esto es asqueroso ¡Ya no vuelvo a fumar!" y dos horas más tarde -después de comer- enciendes ese cigarrito, para "la digestión". 
    Podría citar muchos ejemplos de este tipo de conductas nocivas para nuestra salud, ¿te ha sucedido alguna vez?

La verdad es que muchos de nosotros lo hacemos
o lo hemos hecho.


    Entonces, ¿porqué si sabemos que nos hace daño, lo hacemos de cualquier modo? 

Mi pregunta por supuesto, es retórica. No pretendo ponerme a descubrir "el hilo negro" de la psicología humana en sus conductas auto-destructivas.

    Llegó el momento en el que me vi al espejo con algo de sobrepeso, cansada todo el tiempo, siempre con sueño a pesar de dormir temprano, muy baja de energía y me pregunté si realmente este "modus vivendi" era el que deseaba para los siguientes 10, 20 ó 30 años de mi vida. Por supuesto, la respuesta es un gran "NO".




Mis primeros pasos en la Zona.



    Lo primero que hice fue entrar a un gimnasio (gracias al "empujoncito" que me dio un gran amigo cuando me dijo: "Silvana, ¿estás engordando?" ¡Lo amé por su sinceridad, y se lo agradeceré de por vida!) Inicié con una rutina de ejercicio aeróbico (caminadora, elíptica etc...) bueno, lo más que aguantaba eran 15 minutos en cada uno -mi condición física estaba por el suelo después de 2 años sin pararme en un gym.
   Lo segundo, fue dejar de fumar. Mis padres y mi esposo fueron un gran ejemplo y motivación para ello. Era la segunda vez que intentaría dejarlo. Me apoyé con un cigarrillo electrónico con filtros SIN nicotina -prácticamente es puro vapor de agua y de vez en cuando lo uso. Hace 9 meses que no fumo un cigarrillo "de verdad" y no tengo la menor intención de hacerlo, pues ya me resulta completamente desagradable al gusto (¡Ah, recuperé la función de mis papilas gustativas! La comida ya no sabe a "ceniza"). Si quieren, más adelante les cuento cómo estuvo eso de la dejada de fumar.

    Lo tercero y más significativo en términos de "cambió mi vida" fue acudir con una Nutrióloga (¡por primera vez en mi existencia!) Y afortunadamente, no caí con cualquier nutrióloga, sino con alguien muy capaz y que me abrió los ojos a otra manera de ver a los alimentos. Gracias a ella, implementé el sistema de la Zona en mi alimentación y a pesar de que tengo relativamente poco en ello, me ha funcionado de maravilla y quiero compartirlo con ustedes en este espacio.

    Sin más, bienvenidos y estén pendientes porque aquí les compartiré lo mucho que he aprendido acerca de alimentarnos sana.... ¡y deliciosamente!